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¿Cada vez hablamos peor?

Esta es una pregunta que a lo largo de los años se repite periódicamente, sobre todo, cada vez que aparecen préstamos nuevos de otras lenguas, o cuando una determinada palabra o construcción se pone de moda.

Hace años nadie hubiera entendido la expresión hacer un ghosting o tener un crush con alguien. No estaba en nuestro vocabulario que una noticia te shockeara, ni que hubiera que seguir un timing en el entorno laboral.


¿Son estas muestras de que la lengua española se está empobreciendo?


Dicho en frío, podríamos decir que sí, que no estamos haciendo un esfuerzo por encontrar palabras en español para expresar estos conceptos. Pero si nos paramos a darle una vuelta, llegaríamos a más conclusiones:


- En primer lugar, desde que el castellano es castellano, se ha enriquecido con un sinfín de préstamos de otras lenguas. Por ejemplo, del árabe, como uno de los principales proveedores de palabras al diccionario. Pero también del griego, del hebreo, del euskera… Sin olvidar las palabras que se han incorporado a nuestro idioma procedentes de lenguas amerindias.


- No todos estos préstamos, por rimbombantes que suenen, están llamados a quedarse para siempre. La propia evolución lingüística se encarga de expulsar los términos menos utilizados. Es decir, que muchos de ellos serán flor de un día o una moda pasajera de la que pasado un tiempo nos olvidaremos.


- Esta expulsión estará determinada por la capacidad de adaptación de ese término en cuestión. Ya sea porque resulte fácil pronunciarlo (por ejemplo, decimos sin ningún problema la palabra “fútbol”) o porque no exista ese concepto en la lengua española. Volviendo al “ghosting”, entre determinados grupos de jóvenes se sabe que esto significa que alguien con quien has estado teniendo un contacto, de repente, desaparece sin dar explicaciones. En castellano, tendríamos que explicar lo que ha pasado. En inglés, en cambio, existe una simple palabra que define toda esta idea.


- Otro factor a tener en cuenta es el postureo lingüístico. Muchas veces pensamos qué estamos haciendo usando una palabra en inglés, cuando existe otra en español que significa lo mismo. Es en estos momentos cuando los puristas de la lengua se rasgan las vestiduras. Tratando de hacer un análisis, sin caer en juicios, diré que muchas veces simplemente nos gusta utilizar una palabra en otro idioma porque es más cool.


A modo de conclusión, añadiré que no creo que el español esté perdiendo calidad. Nuestro caudal es lo suficientemente amplio, no sólo como para no preocuparnos por su futuro próximo, sino que, más bien, es posible que seamos nosotros los que estemos impregnando otros diccionarios con nuestras palabras. Si tuviéramos que regirnos por la pureza lingüística, dispondríamos de una lengua pobre que no tendría palabras para nombrar diferentes fenómenos. Al final, es inevitable que unos a otros nos vayamos influyendo, como ha venido ocurriendo desde siempre.

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