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Préstamos de las lenguas amerindias:

Actualizado: 12 oct 2021

En estos días se está celebrando el Día de la Hispanidad y polémicas aparte, ya que se trata de una celebración un tanto controvertida desde el punto de vista político, me gustaría rendir mi propio homenaje a todos los préstamos, es decir, palabras, que han llegado desde toda Latinoamérica y que han servido para enriquecer el español.



Quizá no nos demos cuenta, y de ahí también su magia, pero en nuestro vocabulario habitual usamos muchos términos que vienen de las diversas lenguas que hay en el centro y sur de América.


¿Sabías que los tomates que comemos vienen de allí? En concreto proceden de una amplia zona que va desde el sur de Colombia hasta el norte de Chile. Aunque se considera que el principal centro de cultivo fue México. De hecho, fue allí desde donde se empezó a distribuir por Europa.


Cuando el tomate llegó a Italia fue nombrado como “manzana de oro”, de ahí que en italiano se llame “pomodoro”: “pomo d´oro”. En cambio, en España se mantuvo el término original náhuatl: “tomatl”, que es el que (más o menos) usamos actualmente.


Otra anécdota lingüística curiosa está relacionada con la palabra “canoa”. Cristóbal Colón escribió un diario en el que vemos la evolución de esta palabra. Cuando los españoles llegaron a América usaban un tipo de embarcación que se construía ensamblando piezas de madera, y recibía el nombre de “almadía”. En cambio, los indígenas americanos usaban las “canoas”, que se fabricaban vaciando los troncos de los árboles.


A lo largo del diario de Colón que podemos ver a través de la transcripción que hizo Bartolomé de las Casas, observamos cómo el día 26 de octubre se cita por primera vez la palabra “canoa”:


“Dijeron los indios que llevaba que había dellas á Cuba andadura de día y medio con sus almadias, que son navetas de un madero adonde no Ilevan vela. Estas son las canoas”.


En los meses posteriores, los términos “almadía” y “canoa” se van usando indistintamente para referirse a las embarcaciones usadas por los indígenas americanos. Resulta curioso y emocionante al mismo tiempo ver la evolución de una palabra. Leer este diario (o transcripción) es toda una experiencia porque parece que estás siendo testigo de cómo una palabra crece y se desarrolla. Mientras vas leyendo la sucesión de los días desde el 12 de octubre en adelante, puedes observar el nacimiento de términos que resultarían básicos en el vocabulario de los hispanohablantes del mundo pocos siglos después.


Durante los siguientes meses, en este mismo diario, el autor va incluyendo cada vez más voces nuevas para el castellano de aquella época, como la palabra “caníbal”:


“…y sobre este cabo encabalga otra tierra ó cabo que va también al Leste, á quien aquellos indios que llevaba llamaban Bohío, la cual decían que era muy grande y que había en ella gente que tenía un ojo en la frente; y otros que se llamaban Canibales, á quien mostraban tener gran miedo”.

El 25 de enero de 1493, unos cuantos meses después de la llegada, en el diario, aparece, quizá por primera vez, el término “tiburón”. Esta palabra también era nueva para los españoles en aquel momento:


“Mataron los marineros una tonina, y un grandísimo tiburón, y diz que lo habían bien menester, porque no traían ya de comer sino pan y vino y ajes de las Indias”.


Estas son solo algunas anécdotas relacionadas con términos de origen amerindio, pero la lengua española está plagada de préstamos, tanto de las lenguas indígenas americanas, como de otros idiomas. Así que quienes hacen apología del “purismo” del español, podemos decir que están más que equivocados. Como vemos, no hay “lenguas puras”, sobre todo porque si las hubiera, no estarían en circulación ya que estarían abocadas a la extinción.






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