Los neurolingüistas del mundo pasan mucho tiempo investigando qué factores nos hacen aprender mejor: un cociente intelectual elevado, la motivación, la autoestima…Hay una amplia variedad de investigaciones sobre el aprendizaje y qué es lo que hace a las personas más permeables al conocimiento.
Expertos en lingüística y psicología como Noam Chomsky o Lev Vygotski han hecho una magnífica aportación a la investigación tanto del aprendizaje/adquisición de la lengua materna como de las segundas lenguas.
En este artículo voy a hablar de un experimento que se realizó en 1975 (dentro del marco de las teorías ambientalistas) con un grupo de inmigrantes hispanoamericanos que llegó a Estados Unidos. Este grupo participó en una investigación que trataba de analizar cómo aprendían inglés estas personas.
El grupo estaba compuesto por niños y adultos. Dicho experimento se desarrolló a lo largo de diez meses. En este tiempo los investigadores querían conocer la adquisición en inglés de las construcciones interrogativas y negativas, y el uso de los auxiliares por parte de estos individuos.
Tras los diez meses llegaron a la conclusión de que todos menos uno de ellos, Alberto, habían asimilado este tipo de construcciones y eran capaces de usarlas en el habla espontánea. Entonces, ¿qué había pasado con Alberto? ¿Por qué él no lo consiguió?
Se centraron en este individuo para descubrir las causas. Analizaron su cociente intelectual, pero este era similar al del resto, por lo que descartaron que no tuviera suficientes aptitudes para aprender un idioma. Su nivel de estudios también era equivalente al de los demás, al igual que su posición social. Lo único que le diferenciaba de los otros era la escasa motivación que presentaba hacia la lengua inglesa y la cultura estadounidense. Así como los demás habían manifestado un deseo por integrarse en la cultura local a través de diferentes actividades, Alberto no hizo apenas esfuerzos por entrar en contacto con el entorno.
Tras unos meses en los que Alberto acudió a clases de inglés consiguió aprender algunas de las construcciones, pero sólo podía utilizarlas bien por escrito, no de manera oral y mucho menos espontánea. Es decir, ni la instrucción sirvió para que mejorara su nivel de inglés eficazmente.
La explicación que dieron a estos resultados los investigadores ambientalistas (J. Schumann, Cazden, Cancino y Rosansky) fue que Alberto presentaba una distancia psicológica muy grande respecto a la cultura local estadounidense, lo que hizo que fracasara en el aprendizaje. Realmente, no tenía deseo por integrarse ni expresaba ningún interés por entrar en contacto con otras personas que no fueran de origen hispano, como él.
Todo ello resultó en un inglés meramente denotativo o referencial. Es decir, su uso de la lengua era exclusivamente funcional, sin ninguna sofisticación propia de un nivel más avanzado, como, por ejemplo, el correcto uso de los auxiliares o de las frases interrogativas o negativas.
De hecho, este uso funcional de la lengua es un fenómeno lingüístico que tiene nombre: lenguas pidgin. De esto hablaremos en el siguiente artículo.
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